lunes, 21 de diciembre de 2015

tribus yanomamis




Alrededor de 20.000 individuos que integran los yanomami viven desperdigados por la selva tropical, en aldeas separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor del 70 por ciento de esta población ocupa el sur de venezuela, en el amazonas mientras que el resto se distribuye por zonas adyacentes a Brasil en concreto en una zona que comprende parte del amazonas. Las comunidades Yanomami se concentran en la zona de la cuenca del río Mavaca en los afluentes del Orinoco.





A pesar de que los contactos del pueblo yanomami con la sociedad dominante iniciaron hace más de dos siglos, a consecuencia de la colonización de los portugueses en el Amazonas y el Río Negro, estos permanecieron relativamente aislados en territorios de refugio, hasta mediados del siglo pasado (década del cincuenta) cuando comenzaron contactos más directos y permanentes con población no indígena. Expertos en los Yanomamis como Lizot y otros afirman que los Yanomami migraron de la zona entre Río Blanco y el Río Negro en Brasil, y de alguna manera se refugiaron en un territorio más seguro como la Sierra Parima, cadena montañosa entre Venezuela Brasil. Tras este asentamiento se dieron ciertas condiciones para que la población Yanomami creciera númericamente y se expandiera hacia ciertas zonas del Alto Orinoco y sus afluentes.

A mitad del siglo XX los Yanomami mantuvieron encuentros tensos y no amigables con criollos venezolanos y brasileños que se internaron en su territorio para la explotación cauchera, los cuales conducen a varios enfrentamientos violentos con saldos de personas muertas y el rapto de otras por parte de los Yanomami. En la segunda mitad de dicho siglo sobre todo a partir de la década del cincuenta, se realiza la expedición venezolano-francesa que descubrió las fuentes del Orinoco y se comienzan a establecer en el territorio Yanomami, un grupo de misiones religiosas que representan la primera presencia permanente y estructurada de personas no indígenas con actividades directas en la zona; en consecuencia los contactos son cada vez más crecientes entre estos y las comunidades Yanomami ubicadas en áreas de difícil acceso.


costumbres: 

Una de las costumbres más curiosas y primitivas de esta etnia es la práctica del canibalismo endogámico como ritual sagrado: en una colectiva ceremonia funeraria se comen las cenizas de los huesos de su pariente muerto. Creen que en los huesos reside la energía vital de la persona fallecida y que al ingerir sus cenizas la reintegran al grupo familiar.

Utilizan la sustancia tóxica de unas plantas para impregnar las puntas de sus flechas. Este veneno (curare) paraliza al animal cazado sin alterar su conciencia ni la sensibilidad.

Las mujeres se adornan atravesando con un palo pequeño su tabique nasal y las comisuras de los labios.Utilizan también pinturas corporales. La etnia lleva siempre el mismo corte de pelo, con flequillo y la coronilla rasurada (estilo capuchino). Las cicatrices son muestra de valor y madurez. Tienen una pequeña estatura y sólo se visten con un cinturón tubular los hombres y un pequeño fleco las mujeres.



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